Recomenzar.
Así se llama mi nueva carpeta en el ordenador, en la que guardo los esbozos de
mi reciente proyecto profesional. Me ha parecido un título idóneo porque la vida a
veces se empeña en ser un continuo recomenzar. Se me antoja que es importante
cuidar el próximo paso, pero que se debe de mirar siempre al horizonte; como
esa fina línea inalcanzable que se puede ver desde el faro de Fisterra, en el
que intuyes que al otro lado tienes el Reino Unido, o si tanta sal no te
abruma, el continente americano, y si te recreas en los detalles, hasta la preciosa Cuba (la
llamada perla del Caribe). Y si de recomenzar se trata, recomencemos pues con
las actividades del blog, al que cómo os habréis dado cuenta, hemos tenido un
tanto descuidado en los últimos meses.
Desde
sus inicios, en repetidas ocasiones hemos insistido en la importancia de
combatir la epidemia creciente de obesidad infantil y los males asociados a la
misma como la diabetes tipo II, la que ha dejado de ser prácticamente desconocida
para convertirse en un verdadero reto para profesionales sanitarios, padres y
sociedad en su conjunto.
En otro
orden de afectaciones relacionadas con el excesivo peso en la infancia, ahora
un estudio ha revelado que los niños obesos tienen una mayor propensión a
sufrir fracturas de codo más complejas (con desplazamiento completo o líneas
múltiples de fracturas) y presentan más complicaciones tras la cirugía que los
niños con peso adecuado. Este tipo de fractura puede ocurrir tras algo tan sencillo
y común como caerse sobre el brazo extendido estando de pie al jugar.
Los autores
previamente habían referido que niños con sobrepeso que se rompen el fémur tienden a requerir una cirugía más extensiva y a
sufrir más complicaciones que los niños de peso normal. Aunque no se ha
demostrado causalidad entre la obesidad infantil y la aparición de fracturas,
la relación entre ambas deja poco margen a las dudas.
El estudio
publicado recientemente en Journal of Bone and Joint Surgery enfatiza en
la necesidad de que los niños hagan ejercicio físico en la
cantidad adecuada y sean alimentados correctamente para que puedan adquirir
aquellos nutrientes que les permitan tener una estructura ósea óptima y una
complexión fuerte y sana.
Esto
implica un cambio aún mayor en la conciencia social al respecto. Es importante
que se vele desde el hogar, y posteriormente en los colegios, la alimentación
infantil y la educación de los niños en temas relacionados con la vida sana.
Crear unos hábitos correctos en este sentido es más fácil que corregir los
incorrectos cuando ya están muy acentuados. Cuando veo un niño pequeño (casi de
brazos aún) comiendo gusanitos y otros “venenos” y bebiendo refrescos
azucarados y con gas... dados por los padres, no me queda más que pensar en el
daño que le están haciendo; ya no por la ingestión momentánea del producto en
sí, sino por el hábito que le están creando al darles a consumir sustancias que
están presentes en ese tipo de “comestible” (que NO alimento) que son altamente
adictivas.
Sin el
ánimo de extenderme, porque no es un tema a agotar en un solo artículo, quiero
terminar con una reflexión. Los niños, esos a los que José Martí llamó “la
esperanza del mundo”, requieren crear unas bases fuertes desde temprana edad.
Ellos deben crecer en un ambiente sano y es importante que se identifiquen
desde pequeños con hábitos saludables que les permitan tener la robustez física
y psíquica que su actividad presente y futura demanda. Es nuestra
responsabilidad ineludible como sociedad protegerlos y educarlos, también en lo
que respecta a su salud, sin olvidar que son niños.
Fuente: Journal of Bone and Joint Surgery, news
release, Feb. 10, 2014
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Aviso Importante: Toda la información mostrada procede de diferentes fuentes científicas y de la experiencia acumulada en el ejercicio de nuestra profesión, y tiene la finalidad de orientar en lo que puede hacer el estilo de vida y el uso de ciertas terapias naturales por tu salud. En ningún caso pretende reemplazar el consejo o la prescripción de un profesional de la salud. Es tu responsabilidad asesorarte y respetar el criterio de tu médico de cabecera y/o especialista en lo que se refiere al seguimiento de un tratamiento en particular o la adopción de una terapia natural complementaria o alternativa.
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