El oxígeno es vital para los
organismos aeróbicos, es decir, aquellos que respiran en presencia del mismo.
Sin embargo, casi desde los orígenes de su descubrimiento, lo acompaña una
curiosa paradoja: el oxígeno es venenoso.
Ejemplos de esto son que, a
presión normal:
1.
en la mayoría de los mamíferos el tratamiento con
oxígeno puro produce la muerte en aproximadamente 72 h por daño en los
pulmones, acompañado de edema (retención de líquido en el tejido) y hemorragia;
2.
concentraciones incluso inferiores al 50 % de oxígeno
pueden causar ceguera irreversible en niños prematuros por daño a la retina.
La razón para su toxicidad, es
que a partir de él se generan Especies Reactivas de Oxígeno (ERO)
que oxidan biomoléculas y estructuras celulares, provocando importantes
alteraciones en éstas. Ello puede conllevar a la aparición de estrés oxidativo. Los organismos aeróbicos sólo sobreviven al oxígeno porque poseen
defensas antioxidantes.
Pero: ¿Qué
es el estrés oxidativo?
Se entiende por estrés oxidativo aquella situación en
la que las células están expuestas a un ambiente favorable a la oxidación y los
mecanismos defensivos antioxidantes son sobrepasados de forma que se llega a
afectar el estado de óxido/reducción celular.
El interés de la comunidad
científica por este tema va en aumento. Ello deriva de que: 1) cada vez se
detectan más relaciones entre el estrés oxidativo y la aparición de múltiples enfermedades
comunes en nuestros días, 2) muchas
enfermedades pueden revertirse o ver disminuidos sus síntomas por el uso de
antioxidantes, y 3) a fármacos habitualmente usados para combatirlas se les
encuentran efectos antioxidantes.
Dentro de las ERO se incluyen los
radicales libres y otros compuestos de oxígeno y nitrógeno que, si bien no son
radicales libres, sí son altamente oxidantes y capaces de generarlos durante su
metabolismo.
Seguro habrás escuchado mencionar
el término radical libre y te estarás preguntando qué es. Básicamente, un radical libre (RL) es una especie
química muy inestable que posee un electrón de más, y por tanto una carga
negativa que trata de perder chocando con otra molécula en un intento por
neutralizar esta carga en un proceso conocido como oxidación. Esto le confiere alta
capacidad de reacción y corta existencia.
Las ERO, y entre ellas, los RL están involucrados en una
serie de procesos fisiológicos muy importantes para la supervivencia del
organismo, como pueden ser: la defensa contra virus y bacterias por las células
del sistema inmune, la reacción inflamatoria, la apoptosis o muerte celular
programada de algunos tipos celulares, la señalización química para diferentes
tipos de respuesta en el organismo, etc. No obstante, generadas en exceso, o
inadecuadamente contrarrestada por los antioxidantes, al provocar estrés
oxidativo dañan diferentes biomoléculas como el ADN, las proteínas y los
lípidos (grasas). En el caso del ADN ocasionan modificaciones en sitios
concretos y ruptura de una o ambas cadenas. En las proteínas provocan:
fragmentación de la estructura, modificaciones en sitios concretos, ruptura de
cadena, desnaturalización, inactivación, etc. En tanto que en el caso de los
lípidos provocan peroxidación y pérdida de ácidos grasos concretos, lo que
tiene una enorme trascendencia en las membranas celulares, que son estructuras
formadas por una doble capa lipídica. Las membranas son especialmente sensibles
a las ERO y por su enorme importancia para la célula, su daño produce nefastas
consecuencias para la vida celular y la del organismo como un todo.
El daño a biomoléculas es el responsable de la implicación
de las ERO en el origen y desarrollo de muchas de las principales patologías
frecuentes en la actualidad, entre ellas: el cáncer, la diabetes, la
aterosclerosis, las enfermedades cardiovasculares, respiratorias como el asma,
neurológicas como el Alzheimer y el Parkinson, etc; así como del envejecimiento
y sus consecuencias.
Entonces: ¿Qué
podemos hacer?
La generación de ERO no se puede ni se
debería querer evitar, pues, como se ha mencionado anteriormente, ellas
desempeñan un importante papel en diferentes procesos fisiológicos.
¿La buena noticia?
Nuestro organismo posee defensas antioxidantes que contribuyen
a evitar el estrés oxidativo y sus indeseables consecuencias. Adicionalmente,
la naturaleza nos brinda una serie de moléculas antioxidantes de las que
beneficiarnos para este fin y que podemos incorporar por los alimentos,
determinadas plantas como parte de esquemas de fitoterapia y en forma de
suplementos nutricionales. Esto será objeto de un próximo artículo.
Aviso Importante: Toda la información mostrada procede de diferentes fuentes científicas y de la experiencia acumulada en el ejercicio de nuestra profesión, y tiene la finalidad de orientar en lo que puede hacer el estilo de vida y el uso de ciertas terapias naturales por tu salud. En ningún caso pretende reemplazar el consejo o la prescripción de un profesional de la salud. Es tu responsabilidad asesorarte y respetar el criterio de tu médico de cabecera y/o especialista en lo que se refiere al seguimiento de un tratamiento en particular o la adopción de una terapia natural complementaria o alternativa.
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