Seguramente habrás escuchado hablar del efecto placebo, es posible que en referencia a la homeopatía, las flores de Bach, y otros tratamientos de las mal llamadas "terapias alternativas". Puede que te estés preguntando: ¿qué es el efecto placebo?, o, ¿por qué me he curado?
Tengo el gusto de compartir contigo el artículo titulado como esta entrada y publicado en la esfinge digital - Revista Esfinge por Luis Llera. Creo que te resultará esclarecedor, o al menos te dará una opinión diferente.
Nadie está libre de padecer alguna enfermedad en algún
momento de la vida, y de ahí el interés general por encontrar la fórmula
para recuperar la salud. Son varias las perspectivas desde las que se
estudia este problema. Una de las más interesantes, quizá por el
protagonismo del paciente en la curación o por las controversias que
desata, es el llamado efecto placebo.
El efecto placebo es un tema que lleva generando controversia desde
hace décadas. Un placebo se puede definir como una sustancia inocua que,
careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto
curativo en el enfermo si este la recibe convencido de que esta
sustancia posee realmente dicha acción; es decir, el placebo presenta un
efecto terapéutico derivado de la creencia o expectativa del paciente
en su eficacia. En esta descripción aparecen dos aspectos clave: el
placebo no posee acción terapéutica por sí mismo y el paciente tiene que
estar convencido de su eficacia.
Vamos a exponer las posiciones que mantienen al respecto las
distintas partes interesadas en dar una explicación a esta cuestión.
Industria
farmacéutica y medicina convencional
Mantienen que admitir un efecto curativo consecuencia de la creencia
del paciente en mejorar es como afirmar que las personas tenemos el
poder de curarnos a nosotros mismos a través de una aptitud y
pensamientos positivos de mejora y recuperación de la salud. Pero, ese
efecto terapéutico, ¿podría tener origen en las llamadas capacidades
ocultas de la mente?
La poderosa industria farmacéutica rechaza de plano una respuesta
positiva a esta pregunta por las consecuencias nefastas que tendría para
su negocio reconocer dichas facultades mentales, y en consecuencia,
ofrece una serie de explicaciones para obviar esa posibilidad. En su
tarea de investigación para comercializar nuevos fármacos necesita
utilizar un placebo para comprobar la eficacia de un medicamento, y en
los ensayos clínicos los nuevos fármacos se deben comparar con
sustancias que no son activas. Se trata de conocer el porcentaje de
pacientes que se curan sin tratamiento para la enfermedad en estudio y
así podemos descontar de la aparente eficacia del medicamento las
curaciones que se darían de todas formas.
En este punto se presenta una paradoja para la industria de los
medicamentos: en los ensayos clínicos es necesario utilizar el placebo
para definir la utilidad clínica del nuevo fármaco, y en este proceso
aparece el “efecto placebo”, que se convierte en una consecuencia
perjudicial para los intereses económicos de la industria médica. Esta
argumenta que ese porcentaje de “curaciones espontáneas” se puede
atribuir a la historia natural de la enfermedad o al curso que sigue una
enfermedad sin tratamiento; también alude a una mejor y mayor atención
médica en el seno de los ensayos clínicos, que redunda en un mejor
cumplimiento de las medidas terapéuticas por el paciente, y por último, a
la actitud positiva del paciente: al creer que está siendo tratado con
un medicamento activo, promueve la recuperación a través de mejorar el
cumplimiento de los consejos médicos.
Entonces, si descontamos el efecto de la historia natural de la
enfermedad, el de la interacción con el personal sanitario y el
producido por la actitud positiva del paciente ante la enfermedad, el
efecto placebo quedaría circunscrito a la mejoría causada por la
expectativa que tiene el paciente de curarse al creer que está siendo
realmente tratado, y podríamos llamarlo ahora “el efecto de la
expectativa de mejorar”. Se reconoce, entonces, cierto efecto de mejora;
ahora se trata de otorgarle la menor importancia posible y vincularlo
con procesos bioquímicos que ocurren en nuestro cerebro.
Después de diferentes estudios, llegan a la conclusión de que la
expectativa del paciente en su propia mejora puede influir en el alivio
del dolor, aunque no parece que pueda curar ninguna enfermedad; además,
estudios con técnicas exploratorias de imagen cerebral han confirmado la
relación entre el efecto analgésico de la expectativa de alivio y los
opioides endógenos (los segrega nuestro organismo). Ya tenemos una causa
neuroquímica para explicar el efecto analgésico. Podríamos decir que el
efecto placebo es una respuesta anticipada del cerebro (alivio del
dolor) a la recompensa que va a obtener (mejora de la enfermedad).
En resumen, la industria farmacéutica sugiere que existe un efecto
placebo en el alivio del dolor, pero no existen indicios razonables de
que cure enfermedades, y este efecto placebo analgésico puede explicarse
mediante mecanismos neurobiológicos. Estas conclusiones sirven de base
para desprestigiar a las medicinas alternativas (homeopatía,
acupuntura….) argumentando que su posible eficacia se debe simplemente
al efecto placebo, no tienen ningún efecto específico causado por ellas
mismas y, por tanto, es razón suficiente para no confiar en ellas porque
este mismo efecto placebo actúa igualmente en el caso de cualquier
tratamiento con medicamentos.
Psicología
Explica el efecto placebo como el resultado de una profunda
convicción subjetiva (sugestión) basada en la eficacia de un fármaco, e
incluye todo el acto médico en su conjunto, de manera que se configura
el campo anímico y emocional del paciente. Al contrario que en la
explicación neuroquímica anterior, es el factor psicológico operado por
la sugestión quien moviliza y dirige a los sistemas nervioso,
inmunológico y endocrino, poniendo de manifiesto su interrelación. El
poder está dentro del enfermo, en su ánimo, en su psiquismo, solo tiene
que saber cómo utilizarlo para sanarse.
Esta influencia psíquica no solo es eficaz en el paciente, sino que
actúa también en el personal médico que interviene en los ensayos
clínicos. Un estudio clásico que acredita lo anterior es el siguiente:
se formaron dos grupos de médicos que no tenían relación entre sí en
distintos hospitales; a uno de ellos se le indicó que administrarían un
fármaco que había dado un resultado relativo en laboratorio, y al otro
grupo se le informó de una eficacia muy superior. En realidad, la
eficacia del fármaco estaba entre ambos. Lo administraron a pacientes
que presentaban la misma patología. El grupo de pacientes cuyo médico
tenía confianza en el fármaco superó en resultados positivos al otro
grupo. Otro estudio, también clásico, revela que la eficacia de una
terapia médica puede mejorar entre un 25% y un 75% si se comunican al
paciente estos tres aspectos: que el tratamiento es muy potente, que su
administración es complicada y, finalmente, que la terapia a seguir es
muy moderna y eficaz.
La nueva biología
Presenta
un tratamiento de las interacciones celulares holístico-cuántico,
considerando todos los elementos que pueden interactuar con las mismas y
no solo las sustancias químicas (visión reduccionista). La visión
holística considera nuestro organismo inmerso en una complicada red de
interacciones de campos de energía interdependientes. Estas fuerzas
invisibles afectan profundamente a todas y cada una de las facetas de la
regulación biológica.
La nueva física nos dice que materia y energía están íntimamente
relacionadas y que el poder de influencia de la energía sobre la materia
es muchísimo mayor que el que ejercen las sustancias químicas (se
calcula que unas cien veces más eficaz e infinitamente más rápida). No
es difícil sospechar qué tipo de terapias serán más eficaces para sanar
nuestro cuerpo. De hecho, hay suficientes pruebas científicas para
suponer que podríamos utilizar las ondas (energía) como agentes
terapéuticos de la misma manera que modificamos estructuras químicas
biológicas con fármacos.
Esta previa argumentación nos sirve para contextualizar el efecto
placebo desde el punto de vista de la nueva biología. La expectativa de
mejora del paciente o el poderoso poder subjetivo de sugestión radican
en nuestra psique, de donde emanan nuestros pensamientos y emociones,
energía sutilísima y poderosa que influye de manera directa en el
control que el cerebro físico ejerce sobre la fisiología corporal.
Tanto la visión de la psicología como de la nueva ciencia coinciden
con el tratamiento que han dado las civilizaciones y tradiciones
antiguas al poder de nuestro mundo psíquico y su capacidad para sanar el
cuerpo a través de las técnicas apropiadas. Solo por citar alguna de
ellas, en el mundo griego consideraban el alma (psique) como el elemento
que insufla vida al cuerpo (soma), y que ambos en conjunto deben
considerarse integrados en la totalidad, tanto interna como externa.
Así, Platón afirmaba en el Fedro que no se puede sanar el
cuerpo sin conocer previamente el alma. Añadía también que deberíamos
comprender además cómo se relaciona con el Todo.
Si tomamos ahora alguna referencia de Oriente, podemos citar a
Siddharta Gautama, “el Buda”, quien nos revela en uno de los libros que
recogen sus enseñanzas, el Dhammapada (Senda de la Ley) y en
lugar preeminente, que “las condiciones en las cuales nos hallamos son
el resultado de lo que hemos pensado, quedan fundadas en la mente, son
forjadas por ella”. De acuerdo a estas filosofías del pasado, pero
vigentes en la actualidad, tanto un estado de buena salud como la
enfermedad van a radicar en nuestra esfera psíquica, y esto es
importante porque tenemos la posibilidad de intervenir a través de
nuestra mente consciente eligiendo aquellos pensamientos y emociones que
contribuyan a tener un cuerpo sano y una vida saludable en su
integridad.
Bibliografía
La biología de la creencia. (Dr. Bruce H. Lipton,2007)
Aviso Importante: Toda la información mostrada procede de diferentes fuentes científicas y de la experiencia acumulada en el ejercicio de nuestra profesión, y tiene la finalidad de orientar en lo que puede hacer el estilo de vida y el uso de ciertas terapias naturales por tu salud. En ningún caso pretende reemplazar el consejo o la prescripción de un profesional de la salud. Es tu responsabilidad asesorarte y respetar el criterio de tu médico de cabecera y/o especialista en lo que se refiere al seguimiento de un tratamiento en particular o la adopción de una terapia natural complementaria o alternativa.
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