Como parte de un curso de “Fundamentos de
Naturopatía”, hace algún tiempo se nos pidió que hiciésemos un trabajo de
reflexión sobre nuestros pensamientos y sentimientos con un compañero de clase.
Debíamos desempeñar alternativamente los papeles de “terapeuta” y “paciente”, a
lo largo de tres sesiones, a través de la técnica de la escucha activa, la que
consiste en escuchar atentamente lo que se nos cuenta sin interrumpir,
aconsejar, juzgar y sólo intervenir para propiciar que la persona continúe
sacando de sí aquello que la agobia o perturba y sin presionarla para ello o
mostrar cualquier atisbo de curiosidad. Lo que narraré es la experiencia según
la viví y no tiene la intención de sugerir en ningún sentido que se practique o
se intente suplantar el papel de un profesional de la Psicología Clínica, caso
de ser necesario.