sábado, 20 de julio de 2013

Hidratarnos sí, pero mejor con agua.

Se nota, es verano en el hemisferio norte, con sus matices según la zona, pero verano: se hace imprescindible mantenernos bien hidratados; sin embargo, no todos los líquidos nos ayudarían de igual manera y sin riesgos para conseguir ese objetivo. 

Un estudio reciente, resultado de 8 años de investigación con 194.000 personas, concluye que beber grandes cantidades de refrescos azucarados y de frutas podría aumentar la probabilidad de que aparezcan cálculos renales (las tan temidas piedras en el riñón, y el que las haya padecido sabe bien de lo que hablo). Los investigadores hallaron que el riesgo de padecer cálculos fue de un 23 % mayor en los que consumían uno o más refrescos azucarados al día en comparación con los que restringían su consumo a menos de uno a la semana, incluidos los elaborados a base de frutas.

Aunque el aumento de la ingesta de líquidos ayuda a la función renal, distintas bebidas tienen efectos diferentes sobre la hidratación y la predisposición a la aparición de esta dolencia.

Varias investigaciones apuntan a diferentes razones para evitar el excesivo consumo de las bebidas azucaradas. Según el Dr. Palese, director del estudio, “aunque no hay evidencias concluyentes que muestren que las bebidas azucaradas por sí mismas provoquen la aparición de piedras en los riñones, se ha informado de otras asociaciones con el consumo de dichas bebidas,... como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad, que también se relacionan con la formación de cálculos renales”.

Un adulto suele necesitar aproximadamente entre 1½ y 2 L de líquido al día para mantener una hidratación adecuada y contribuir a evitar la aparición de la dolorosa molestia de los cálculos renales. Una medida conveniente sería no incluir a las bebidas azucaradas en esa cantidad.

Algo que me llama la atención cuando como en grupos es que la mayoría de comensales, sobre todo personas muy jóvenes (de menos de 30 años) conciben prácticamente como única bebida durante la comida el refresco enlatado que anuncian en la tele (después entre ellos, la diferencia puede estar en el color del contenido). Para otros, hidratarse para combatir el agobiante calor es tomarse una o más C... C... (uy, casi la nombro).

Para sorpresa de muchos, los resultados del estudio citado anteriormente, revelaron que por su parte el café, el té y el zumo de naranja se asociaron con un menor riesgo de formación de cálculos. No obstante, el café y el té no son las mejores opciones para hidratarse y tomados en exceso sobrecargan al riñón. La naranja es “fría”, según la Medicina Tradicional China (MTCH), con lo que el zumo puede producir resfriados (sobre todo en invierno) y afecta la función energética “bazo” (MTCH). Quiero aclarar a nuestros queridos seguidores que no estamos “quitándoles el placer de un café” (extensivo a un zumito de naranja y al té). Una servidora disfruta mucho del humeante café en la mañana y para mí “la gloria” es el aroma del café que se cuela en mi casa paterna en La Habana y que mi padre me sirve generosamente en la cama al despertar, al punto de que muchas mañanitas del frío invierno de Galicia cierro los ojos y siento que ese aroma llega y lo invade todo a mi alrededor. ¡Uff... cuántos recuerdos, qué delicia!

Conclusión: Con la finalidad de mantenerse hidratado y evitar la aparición de dolencias renales, entre otros males, el consumo de agua sigue siendo la mejor elección y para ello debemos velar que sea un agua de calidad: libre de agentes biológicos y sustancias químicas contaminantes, mineralización débil y bajo contenido de residuos secos. Y en todo caso, como decían los estoicos (y muchas veces hemos recordado en esta página, nada el exceso.

FUENTE: Michael Palese, M.D, associate professor, urology, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York City. Clinical Journal of the American Society of Nephrology, May, 2013.

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