Se
nota, es verano en el hemisferio norte, con sus matices según la zona, pero
verano: se hace imprescindible mantenernos bien hidratados; sin embargo, no
todos los líquidos nos ayudarían de igual manera y sin riesgos para conseguir
ese objetivo.
Un
estudio reciente, resultado de 8 años de investigación con 194.000 personas, concluye
que beber grandes cantidades de refrescos azucarados y de frutas podría
aumentar la probabilidad de que aparezcan cálculos renales (las tan temidas
piedras en el riñón, y el que las haya padecido sabe bien de lo que hablo). Los
investigadores hallaron que el riesgo de padecer cálculos fue de un 23 % mayor
en los que consumían uno o más refrescos azucarados al día en comparación con
los que restringían su consumo a menos de uno a la semana, incluidos los
elaborados a base de frutas.
Aunque
el aumento de la ingesta de líquidos ayuda a la función renal, distintas
bebidas tienen efectos diferentes sobre la hidratación y la predisposición a la
aparición de esta dolencia.
Varias
investigaciones apuntan a diferentes razones para evitar el excesivo consumo de
las bebidas azucaradas. Según el Dr. Palese, director del estudio, “aunque no
hay evidencias concluyentes que muestren que las bebidas azucaradas por sí
mismas provoquen la aparición de piedras en los riñones, se ha informado de
otras asociaciones con el consumo de dichas bebidas,... como la diabetes, las
enfermedades cardiovasculares y la obesidad, que también se relacionan con la
formación de cálculos renales”.
Un
adulto suele necesitar aproximadamente entre 1½ y 2 L de líquido al día para
mantener una hidratación adecuada y contribuir a evitar la aparición de la
dolorosa molestia de los cálculos renales. Una medida conveniente sería no incluir a las bebidas azucaradas
en esa cantidad.
Algo
que me llama la atención cuando como en grupos es que la mayoría de
comensales, sobre todo personas muy jóvenes (de menos de 30 años) conciben
prácticamente como única bebida durante la comida el refresco enlatado que
anuncian en la tele (después entre ellos, la diferencia puede estar en el color
del contenido). Para otros, hidratarse para combatir el agobiante calor es
tomarse una o más C... C... (uy, casi la nombro).
Para
sorpresa de muchos, los resultados del estudio citado anteriormente, revelaron
que por su parte el café, el té y el zumo de naranja se asociaron con un menor
riesgo de formación de cálculos. No obstante, el café y el té no son las
mejores opciones para hidratarse y tomados en exceso sobrecargan al riñón. La
naranja es “fría”, según la Medicina Tradicional China (MTCH), con lo que el
zumo puede producir resfriados (sobre todo en invierno) y afecta la función
energética “bazo” (MTCH). Quiero aclarar a nuestros queridos seguidores que no
estamos “quitándoles el placer de un café” (extensivo a un zumito de naranja y
al té). Una servidora disfruta mucho del humeante café en la mañana y para mí
“la gloria” es el aroma del café que se cuela en mi casa paterna en La Habana y
que mi padre me sirve generosamente en la cama al despertar, al punto de que
muchas mañanitas del frío invierno de Galicia cierro los ojos y siento que ese
aroma llega y lo invade todo a mi alrededor. ¡Uff... cuántos recuerdos, qué
delicia!
Conclusión:
Con la finalidad de mantenerse hidratado y evitar la aparición de dolencias
renales, entre otros males, el consumo de agua sigue siendo la mejor elección y
para ello debemos velar que sea un agua de calidad: libre de agentes biológicos
y sustancias químicas contaminantes, mineralización débil y bajo contenido de
residuos secos. Y en todo caso, como decían los estoicos (y muchas veces hemos
recordado en esta página, nada el exceso.
FUENTE: Michael Palese,
M.D, associate professor, urology, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New
York City. Clinical Journal of the American Society of Nephrology, May,
2013.
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Aviso Importante: Toda la información mostrada procede de diferentes fuentes científicas y de la experiencia acumulada en el ejercicio de nuestra profesión, y tiene la finalidad de orientar en lo que puede hacer el estilo de vida y el uso de ciertas terapias naturales por tu salud. En ningún caso pretende reemplazar el consejo o la prescripción de un profesional de la salud. Es tu responsabilidad asesorarte y respetar el criterio de tu médico de cabecera y/o especialista en lo que se refiere al seguimiento de un tratamiento en particular o la adopción de una terapia natural complementaria o alternativa.
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