sábado, 20 de abril de 2013

Yoga: Algunas reflexiones sobre su práctica…


“El Yoga es la aplicación en el individuo
de las leyes ordinarias que rigen la evolución de la conciencia y de los cuerpos”.

Annie Besant.

El desarrollo espectacular en nuestra sociedad de los medios de difusión masiva (TV, radio, periodismo,…), ha transformado al mundo en una suerte de “aldea global”. Una de las muchas consecuencias de tan complejo tema, que por otra parte no cesa de ir en aumento, es el encuentro cultural entre Oriente y Occidente. Hoy quiero centrar mi artículo en uno de sus aspectos más llamativos: la práctica del Yoga.

Es éste, en mi opinión, uno de tantos conceptos que conforme se han ido alejando más y más de su entorno de origen y del tiempo en que fueron concebidos, se han deteriorado paulatinamente, hasta llegar a parecer apenas una deforme copia de su original.

El término Yoga proviene de la raíz sánscrita “yug”, que bien podríamos traducir por eslabón, el simple eslabón de una cadena; con lo cual se nos viene en seguida a la mente la idea de unión, así como de algo que la provoca. De tal suerte, la palabra Yoga viene a ser una especie de sinónimo de religión, que significa re-ligar, re-unir.

Así pues, Yoga es la disciplina que permite reunirse al hombre, unirse consigo mismo, con los demás hombres, con la Naturaleza, con Dios… Entonces, todo lo que sea volver a ese momento primero del que todo salió, a esa raíz común que originó todo lo manifestado, lo podemos resumir en la expresión “Yoga”. 

Para recorrer ese camino de perfección a través del cual desenvolveríamos el dios latente que está en nuestro interior, aquellos que concibieron la disciplina del Yoga como el método más adecuado para ello, lo dividieron en cuatro etapas: Karma-Yoga, Bakthi-Yoga, Gnani-Yoga y Raja-Yoga.

Karma-Yoga: Es el Yoga de la acción, puesto que eso es lo que significa la palabra karma; pero no sólo de acción, sino de acción y reacción. Y no me refiero tan sólo a las acciones físicas, sino también a las emocionales, mentales e incluso espirituales. Cualquier movimiento que pongamos en marcha, en cualquier plano de la Naturaleza, es una suerte  de semilla que germinará inexorablemente en el momento y lugar adecuados; como un boomerang que vuelve al punto de partida. Se cosecha lo que se ha sembrado con anterioridad, esa es la enseñanza. 

Pero hay que tener en cuenta una ley fundamental que trata de regular nuestro mundo de acción: si actuamos buscando el resultado de la misma, no nos vamos a liberar jamás del proceso (en el contexto oriental donde nace el Yoga, se cree en la Reencarnación). La clave estaría entonces, en actuar sin buscar recompensa alguna, sino hacerlo pendientes  de la acción en sí. Se trata de actuar como todos los días, haciéndolo de la mejor manera posible, pero con la máxima responsabilidad y conciencia.

Bakthi-Yoga: Es el Yoga de la devoción, de la religiosidad. Es el que trata de purificar al máximo los sentimientos; es el Yoga de la entrega del corazón.

Gnani-Yoga: Es el Yoga del conocimiento, o mejor dicho, del discernimiento; entendiendo por esto último, la capacidad de seleccionar lo bueno de lo malo; que en esto consiste la verdadera sabiduría, no en atesorar datos, sino en discernir los válidos de los inválidos, lo que es bueno, de aquello que es malo para el alma.

Raja-Yoga: Con los yogas anteriores, ya se habría logrado un dominio perfecto del cuerpo, de las emociones y de la mente. Se trataría ahora de trabajar con la herramienta más poderosa del hombre: la Voluntad. En el Raja-Yoga, se trata de aquietar los elementos inferiores del hombre (véase mi artículo: Conócete a ti mismo), para que todo lo superior pueda reflejarse con perfecta claridad.

Todo lo anterior viene a cuento para poner de manifiesto, la tendencia –muy extendida por otra parte-, a comprender no el Yoga en su totalidad, con todas las partes que abarca, sino a quedarnos con trozos del Yoga, con sub-yogas, si se pueden llamar así; o sea, caminos preliminares a los que se le otorga una tendencia radical e individualizada. Y de entre ellos, el que más está de moda, en el momento, época y contexto en el que escribo, es el Hatha-Yoga.

El Hatha-Yoga, es el yoga corporal. Prácticamente, cuando de occidente se trata, podríamos decir que es casi lo único que se conoce. Es el yoga físico, de las posiciones y del dominio del cuerpo. La mala interpretación, ha hecho, que hoy se tome al Hatha-Yoga como un método para recuperar la salud, para volverse más joven y hermoso, para conservar la figura o lograr una serie de milagros con un cuerpo, cuyo único “milagro” es, justamente, el de vivir, el de aprovechar la vida y el de expresarse en la mejor de las medidas.

Entonces, Hatha-Yoga es el pórtico a través del cual se pretende dominar el cuerpo, dominar la respiración, los músculos, los movimientos y tensiones corporales en general. Pero dominar el cuerpo, no por el gusto del dominio en sí, sino porque se entiende que un cuerpo tranquilizado, dominado y que el hombre pueda manejar a voluntad, permite una mayor evolución mental y espiritual, por cuanto sus deseos se van aminorando poco a poco. Todos hemos tenido la experiencia de querer sentarnos a estudiar o a realizar un trabajo mental y cuando pretendemos quedarnos quietos, el cuerpo primero tiene hambre, después sed, más tarde nos recuerda que en la TV hay un programa divertido que sería bueno ver y… ¡el trabajo que nos proponíamos hacer, queda para mañana! Es fácil de entender entonces, que si lo que nos hemos propuesto es llegar a la meta de la perfección humana, sin duda el camino más difícil de recorrer, antes de intentar dar siquiera el primer paso en sendero tan arduo, los maestros que diseñaron la disciplina del Yoga entendiesen que deberíamos tener un dominio total sobre nuestro vehículo físico. Si como consecuencia de su práctica, el yogui poseía una salud férrea, no era éste el objetivo que buscaba, sino una consecuencia natural de su camino de perfección. No debemos confundir por tanto, los medios con los fines.

Para no alargar demasiado el artículo y cansar a mi benévolo lector quiero, para terminar, comentar otros dos aspectos de la práctica del Hatha-Yoga que he observado con cierta frecuencia y preocupación: el uso habitual del mantram OM y el insistir sobre algunas asanas (posturas) con el objetivo de “levantar kundalini”.

El término OM forma parte de la frase OM MANI PADME HUM, que según Helena Petrovna Blavatsky (H.P.B.) -en mi opinión el ser más excepcional del siglo XIX- los orientalistas han traducido mal cuando dicen que significa: “¡Oh, la Joya en el Loto!”. Según la citada maestra debería traducirse más bien por: “Yo soy el que soy”; aclarando que cada uno de nosotros lleva en sí la “Joya en el Loto”, entendiendo por tal, nuestro Yo Divino.

El mantram es una forma óptima de lenguaje, que no transmite solamente una idea, sino también emociones, intuiciones, etc. H.P.B. nos previene en el Tomo VI de su Doctrina Secreta acerca del mal uso del mantram OM; cito textualmente a la Maestra: “…no uséis tal palabra en vano, ni cuando estéis coléricos, no seáis la primera víctima, o lo que es peor, perjudiquéis a quienes amáis…”

El otro peligro al que aludí con anterioridad, es la práctica de ejercicios que tienen como objetivo “despertar kundalini”. Para los que leéis por primera vez este término, os diré que la filosofía oriental concibe el cuerpo energético del hombre, compuesto por siete órganos, conocidos tradicionalmente por chakras (ruedas). El primero de ellos estaría situado en la base de la columna vertebral, en la zona del coxis. En este chakra duerme la Serpiente Ígnea o Energía de Fuego de Kundalini, la cual debe ascender desde aquí a lo largo de la columna vertebral. Es un poder superior, pero… ¡muy peligroso! Poder que antes de intentar despertar, es absolutamente indispensable haber alcanzado un grado definitivo de pureza moral, psíquica y física, y que la voluntad sea lo suficientemente fuerte para controlar ese gran poder.

Si eres lector habitual de nuestro blog, ya sabes que nuestro objetivo es promover una  cultura de la salud. He escrito este artículo por un ejercicio de responsabilidad, en el convencimiento de que en la salud y armonía de nuestro cuerpo importa no sólo lo que debemos hacer, sino también lo que debemos evitar.

Entonces, ¿no se debe practicar Hatha-Yoga? Sí se puede, pero practicada desde el sentido común. Quien esto escribe, aunque gusta más del Chi-kung, también hace de vez en cuando alguna tabla de asanas (ejercicios) y ha constatado su efecto benéfico sobre el cuerpo físico. El mundo está ahora demasiado contaminado como para intentar abrir puertas que no sabemos a dónde nos van a llevar… Todo se andará, que diría Don Quijote.

Manuel Ures. Ldo. en Filosofía.

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1 comentario:

  1. Interesante artículo.
    Siempre me preguntaba a que venían tantos nombres para el yoga. No lo llegué a entender hasta que leí este artículo.
    Lei el comentario de Elba, quizá es que lo he probado poco, quizá es que no lo alcanzo a comprender, lo cierto es que practico con cierta regularidad el chi kung y me llena de bienestar, regocijo y felicidad,sensación que jamás me ocasionó el yoga.
    Por otra parte la percepción que tengo del chi kung es que al estar de pie, conecta la energía de la tierra con la cósmica a través nuestro, como si fuéramos antenas, o quizá, en otras palabras sea algo más humilde y nos conecta a nosotros con nuestro yo superior o como se diga, carezco de conocimientos tan avanzados de metafísica y lo explico a mi manera, quiero decir que de alguna manera, trabajamos el chi de nuestro cuerpo físico pero nos conectamos con una fuerza que nos trasciende.
    Con el yoga, esa sensación jamás la tuve y por mucho que se deba practicar con ropa blanca, se hace a nivel del suelo, y aunque se utilice una colchoneta, es un lugar con polvo, suciedad y de todo, sin embargo de pie, estamos más lejos del suelo y más en contacto con aire más limpio (omitiendo el tema de la contaminación).
    Obviamente, ambas disciplinas, son magnificas para el cuerpo físico y en este sentido, cada uno debe escoger la que mejor se le adapte.
    Esta es sólo una experiencia personal.
    Muchas gracias por compartir tu conocimiento, leyendo aprendí algo que no sabía.
    Quedo agradecida por tu labor para hacer del mundo un lugar mejor.

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