Krishna: Quien ve
la inacción en la acción y la acción en la inacción es sabio entre los hombres
y en armonía permanece mientras ejecuta toda acción.
Bhagavad
Gita.
Según nos cuenta Platón, Sócrates
tenía la costumbre de ir al encuentro de sus conciudadanos atenienses para
interrogarles acerca del significado profundo de conceptos que eran
cotidianamente usados por sus semejantes. Así preguntaba al militar por el
valor, al letrado por la justicia, al médico por la salud, al artista por la
belleza…; es decir, a cada uno por lo que constituía el alma de su quehacer
habitual. Y si bien al principio todos se sentían por lo general muy seguros al
comenzar el interrogatorio, poco a poco a través del trabajo del genial maestro
de la dialéctica, se iban percatando de lo muy lejos que estaban de aproximarse
a la comprensión íntima de aquello que habitualmente hacían.
Es mi convicción más profunda que
la costumbre ateniense de usar términos sin un conocimiento adecuado de su significado,
no finalizó con aquella maravillosa civilización cuyo brillo aun nos ilumina.
Hoy como ayer seguimos compartiendo en nuestras relaciones sociales muchos
conceptos. Y hoy como en aquel entonces, presuponemos que el uso que nosotros
les otorgamos, es el mismo que tienen en su mente aquellos que nos escuchan y
que responde asimismo a su real significado.
El concepto que sirve de título
al presente artículo, “el estrés”, es indudablemente uno de los más ampliamente
usados hoy en día. Basta con aguzar por un momento el oído en cualquier reunión
para poder escucharlo, no siendo privilegio de ninguna etapa de la vida, pues
puede aparecer en la boca de un anciano, lo mismo que en la de un niño. Y como
en la vieja Atenas, todos parten del supuesto de que cuando lo pronuncian, no
hay nadie presente que no sepa lo que se quiere decir, como si su significado
formara parte del sustrato común y su definición y características estuviesen
ya impresas en el inconsciente colectivo
de la humanidad.
¿Es esto así?
Curiosamente, aunque todo el
mundo utiliza este término asociándolo a diferentes problemas con el mundo
emocional, su origen pertenece al ámbito de la física. En el citado campo, hace
referencia a la actuación que ejerce una determinada fuerza sobre un cuerpo. Un
ejemplo ayudará a que lo veamos más claro: imaginemos por un momento que tengo
en mis manos una botella de plástico, de las que suelen envasar agua, pero sin
agua. Sobre esta botella aplico una pequeña fuerza. Como es lógico, la
estructura de plástico cederá de manera proporcional a la fuerza aplicada y se
doblará un tanto. Diríamos entonces, que la botella “está estresada”. Y de ahí
sería tomado el concepto para su uso en el entorno de la psicología y por
extensión en nuestros hábitos cotidianos. Y si continuásemos ejercitando
nuestra imaginación y ahora aplicásemos la misma fuerza, pero esta vez sobre
una botella de cristal, veríamos que no pasaría nada; es decir, todo el mundo
estaría de acuerdo, que en estos ejemplos, la aparición del estrés dependería
del material, no de la fuerza ejercida.
Lo anterior debe servirnos como
luz para comprender el concepto. La vida nos pone a prueba a todos y no hay
lugar al que podamos huir –en el supuesto de que fuese inteligente hacerlo-, y
esquivarla. La fuerza de la vida puede aparecer en el marco laboral, en el de
la pareja, en las relaciones familiares o en los momentos más placenteros que
podamos concebir. Forma parte de nuestra ejercitación y de nosotros depende el
enfrentarla como el plástico o como el vidrio; no es por regla general, un
problema de las características que pueda asumir la situación, sino de nuestra
posición psicológica ante la misma. Y ya sé que hay situaciones que nos
desbordan a todos, pero no son tantas como pudiésemos imaginar. Como diría el
gran Marco Aurelio: “¿Qué le puede pasar al hombre que no sea propio del
hombre?”.
La enseñanza extraída del
Bhagavad Gita y que encabeza este pequeño artículo muestra, a mi modo de ver,
cuál debería ser nuestra actitud en medio de las tormentas y dificultades de la
vida. De alguna manera debemos ser capaces de mantener la armonía entre la
acción y la inacción. Pongamos un par de sencilos ejemplos: si tenemos que
estudiar varias horas, ¿podremos mantener la tensión necesaria a nivel mental,
sin la consiguiente relajación del cuerpo físico? ¿Podríamos acaso mantener
durante largo tiempo los dos en tensión? ¿O podría un pianista interpretar
durante horas al piano estando completamente agarrotado? La experiencia nos
dice, en ambos casos, que no.
Como nos han recordado desde el
Buda hasta Cervantes, el arco no puede permanecer siempre en tensión ni siempre
relajado; porque en el primer caso nunca podríamos lanzar la flecha y en el
segundo, terminaría pronto por romperse. Como casi siempre, la virtud suele
estar en el medio, y en el sabio combinar los momentos de tensión y relajación se fundamenta uno de los principios
básicos de la salud.
Manuel Ures, Ldo. en Filosofía.
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Aviso Importante: Toda la información mostrada procede de diferentes fuentes científicas y de la experiencia acumulada en el ejercicio de nuestra profesión, y tiene la finalidad de orientar en lo que puede hacer el estilo de vida y el uso de ciertas terapias naturales por tu salud. En ningún caso pretende reemplazar el consejo o la prescripción de un profesional de la salud. Es tu responsabilidad asesorarte y respetar el criterio de tu médico de cabecera y/o especialista en lo que se refiere al seguimiento de un tratamiento en particular o la adopción de una terapia natural complementaria o alternativa.
....Si bien no es menos cierto que una botella de cristal se rompería al caer y a una de plástico seguramente no le pasaría nada. Sí, como bien dices, tendremos que intentar encontrar el punto donde no nos deformemos o rompamos tan fácilmente, porque con muescas (siguiendo tu comparación) podemos seguir afrontando la vida.
ResponderEliminar...Tal vez lo ideal sería llegar a combinar la resistencia de la botella con la flexibilidad del plástico...
ResponderEliminarBuenas, y felicidades por el blog ¿Cuál es la anécdota de Cervantes en la que comenta que no se puede estar siempre en tensión o en relajación?
ResponderEliminarEstá extraído de “El Quijote”. Cito textualmente el extracto del párrafo.
Eliminar“…para honesto pasatiempo, no solamente de los ociosos, sino de los más ocupados, pues no es posible que esté continuo el arco armado, ni la condición y flaqueza humana se pueda sustentar sin alguna lícita recreación”.
Cuando las cosas no salen como uno quiere lo normal es agarrarse el cabreo pertinente o llevarse un disgustazo, llorar, gritar o incluso deprimirse y quedarse como atontado. Yo he recorrido todos esos caminos en alguna ocasión... pero he aprendido que luego hay que sacar de donde sea cinco minutos para reflexionar.
EliminarCuando las cosas no salen como yo quiero recuerdo que tengo mente y corazón, pero no una varita mágica; que los otros viven la vida con sus propios deseos, afanes y criterios y no con los míos; que lo que es bueno para mí quizás sea una estupidez para los demás y que mis sueños sólo los puedo cumplir yo.
Soy de esas personas que creen a pies juntillas que cuando un amor se acaba es porque otro mejor está esperando a la vuelta de la esquina, que cuando estás enfermo puedes aprovechar para leer los libros atrasados, que cuando pierdes la cartera es porque ha llegado el momento de comprarse una nueva, que si el teléfono no suena no llegarán las malas noticias, que si un amigo te falla es porque no era tan amigo, que si duermo sola puedo estirarme todo lo que quiera y si duermo acompañada tengo una ración extra de calorcito. En definitiva, una ingenua optimista!!! Algunos pensais que vivo en Yupi pero yo me gusto así, y además os aseguro que desde aquí se ve todo mucho mejor!! Un gran amigo me dijo en una ocasión que no sólo hay que sonreir con la boca, sino también con el corazón... y eso intento cada día... porque las cosas no siempre salen como esperamos, pero no hay que estresarse, lo realmente importante es poner todo el empeño para que esto ocurra y sobre todo, y por encima de todo, Ser Feliz!!!
Estimada Ara: como dice el primer versículo del Dhammapada, todo lo que nos sucede en la vida es el resultado de lo que hemos pensado. Siendo ésto así, y no tenemos porque dudarlo, porque lo ha dicho alguien tan acreditado como Sidharta Gautama el Buda, una persona con una mentalidad tan optimista como la tuya, es evidente que más bien temprano que tarde, atraerá ciucunstancias a su vida, acordes con la naturaleza de sus pensamientos. Muchas grancias, una vez más, por compartir con los lectores de nuestro blog, tan excelentes reflexiones
EliminarGracias a vosotros!!! Me encantan vuestras reflexiones y por supuesto también participar!!! ;)
EliminarMe parece que el articulo esta muy bien escribi me ha gustado mucho :)
ResponderEliminarMuchas gracias. Muy amable. Nos alegramos de que te haya gustado. Seguimos en contacto.
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