“Las cosas que dependen de nosotros son libres por su
naturaleza misma; nada puede detenerlas ni levantar ante ellas obstáculo”.
Epícteto.
Ropas a prueba de agua, envases plásticos resistentes a la
grasa, sartenes antiadherentes, alfombras que no se manchan, etc, etc, etc....
¿Qué tienen en común? Unos productos químicos llamados perfluorocarbonos (PFC).
Un
estudio reciente liderado por Sarah Uhl, investigadora en la Facultad de
Silvicultura y Estudios Ambientales de la Universidad de Yale y publicado en
línea en la revista Environmental Health Perspectives (14-02-2013)
sugiere que mientras mayor es la exposición de una mujer a los PFC, mayor es su
riesgo de desarrollar osteoartritis –tipo de artritis común, crónica, muy
dolorosa que conlleva una degeneración del cartílago de las articulaciones–.
Los
investigadores no hallaron un riesgo similar en hombres, lo que les llevó a
plantear la hipótesis de que “podría deberse a diferencias hormonales”. Los
mecanismos principales mediante los cuales los PFC influyen sobre la artritis
serían a través de su efecto sobre el proceso inflamatorio, del que se sabe que tiene un impacto negativo sobre el cartílago.
A
pesar de que se observó un vínculo fuerte entre la aparición de osteoartritis y
la exposición a dos tipos distintos de PFC (PFOS y PFOA) no se puede hablar aún
de una relación causal.
Según los autores estas sustancias son preocupantes para la salud pública. Investigaciones anteriores han relacionado la exposición a las mismas con un mayor riesgo del inicio prematuro de la menopausia, unos niveles más altos de colesterol LDL ("malo") en hombres y mujeres, y una reducción en la efectividad de las vacunas rutinarias en los niños.
Según los autores estas sustancias son preocupantes para la salud pública. Investigaciones anteriores han relacionado la exposición a las mismas con un mayor riesgo del inicio prematuro de la menopausia, unos niveles más altos de colesterol LDL ("malo") en hombres y mujeres, y una reducción en la efectividad de las vacunas rutinarias en los niños.
La
exposición a PFC es casi universal, dada su inclusión en una inmensa variedad
de productos. Además, el problema persistirá durante años, a pesar del menor
uso que se hace de PFC. "Una vez entran en el medioambiente, no
desaparecen simplemente", señaló Uhl. "En las personas, duran años.
Así que aunque redujéramos de inmediato el uso de estas sustancias (lo cual es recomendable), seguirán en
el ambiente y en nuestros cuerpos durante mucho tiempo", explicó.
En
un comentario sobre el estudio, el Dr. Joseph Guettler, cirujano ortopédico y
especialista en medicina deportiva del Hospital Beaumont en Royal Oak,
Michigan, sugirió que la exposición a los PFC se debe considerar como una de
las variables que pueden fomentar el riesgo de osteoartritis, además de la
genética, el peso y la obesidad, y las lesiones anteriores.
Dado
que es prácticamente imposible no estar expuestos y tampoco podemos variar la
predisposición genética, tenemos que buscar aquello que sí está en nuestras
manos hacer al respecto. La cita al inicio del artículo es parte de una de las
enseñanzas fundamentales de la Filosofía Estoica,..."de todas las cosas
del mundo unas dependen de nosotros y otras no”. En el caso que nos ocupa, lo
que sí podemos hacer es llevar un estilo de vida saludable, hacer ejercicios y asumir un plan apropiado de alimentación, con menos proteínas animales,
incluidos los lácteos. También existen múltiples productos naturales que
podrían ayudarnos. Muy recomendables, especialmente para la mujer, son los
aceites de onagra y borraja, ricos en ácidos grasos esenciales linoleico y
gamma linolénico. Estos compuestos son precursores de eicosanoides, muy activos biológicamente como: antiinflamatorios, antiagregantes,
hipolipemiantes, reductores del colesterol, etc. Entre sus varias indicaciones
terapéuticas, se recomiendan en todo tipo de inflamación, sobre todo en
artritis, artritis reumatoide, síndrome premenstrual y dismenorreas.
Termino
como empecé, con una máxima de Epícteto, cuya filosofía me ha impactado
profundamente “... si no tomas por propio sino lo que realmente te pertenece y
miras como ajeno lo que pertenece a los demás, nadie podrá obligarte a hacer lo
que no deseas ni impedirte que obres según tu voluntad”. Pues eso, a obrar
según nuestra voluntad, pero... con sentido común.
Fuentes:
Sarah A. Uhl, M.S., Yale
School of Forestry and Environmental Studies, New Haven, Conn.
Joseph Guettler, M.D.,
orthopedic surgeon and sports medicine specialist, Beaumont Hospital, Royal
Oak, Mich.; Feb. 14, 2013, Environmental Health Perspectives, online
Medline Plus Noticias.
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