Un 20-30% de la población adulta española tiene hipertensión arterial (HTA) y en personas de más de 60
años puede llegar a estar presente en un 40-50%. La HTA es una patología muchas veces asintomática, poco
diagnosticada y con frecuencia no controlada suficientemente.
La tensión arterial (TA) es la medida de la fuerza ejercida contra las paredes de las
arterias por la sangre bombeada por el corazón. Se expresa en milímetros de mercurio (mmHg) y se refleja en dos números (Ej:
120/80 mmHg). El número superior representa la presión sistólica y el número
inferior la diastólica. En este momento y para adultos mayores de 18 años, se
consideran cuatro niveles de tensión:
- TA óptima (< 120/80)
- TA normal (< 130/85)
- TA normal-elevada (130-139/85-89)
- Hipertensión (> 140/90)
Debe tenerse en cuenta que la TA sigue un ritmo circadiano con dos períodos más
elevados (de 09:00 a 12:00 y de 19:00 a 21:00) y dos períodos más bajos (de
15:00 a 17:00 y de 02:00 a 04:00).
Hay
múltiples factores de riesgo de HTA, entre ellos:
- Obesidad o sobrepeso.
- Exceso de sal en la dieta.
- Ingesta excesiva de alcohol
- Estrés o ansiedad continuados.
- Diabetes.
- Hábito de fumar.
- Aspectos raciales: raza negra es más propensa que caucásica.
- Antecedentes familiares.
La
HTA sin causa identificable es denominada esencial. La causada por otra afección o medicamento se denomina hipertensión secundaria
y puede deberse, entre otros, a:
- Enfermedad renal crónica.
- Trastornos de las glándulas suprarrenales (Ej: Cushing).
- Embarazo.
- Medicamentos como esteroides, algunos para el resfriado y para la migraña.
- Estrechamiento de la arteria que suministra sangre al riñón.
Las
consecuencias de la hipertensión pueden ser muy variadas, teniendo en cuenta
que todos los órganos reciben vascularización arterial. Así, incrementa la
probabilidad de sufrir accidente cerebrovascular, ataque cardíaco,
insuficiencia cardíaca, enfermedad renal y muerte temprana. Por esta razón debe
estar perfectamente controlada.
Muchas
veces, la tensión se puede controlar con cambios reales e importantes en el
estilo de vida, otras veces se necesitarán medicamentos. Entre las medidas que
se pueden tomar para ayudar a controlarla están:
- Consumir una alimentación cardiosaludable.
- Beber bastante agua.
- Practicar regularmente ejercicios físicos (al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico por día). Excelente ejercicio: caminar una hora diariamente a ritmo constante. No confundir el incremento de la actividad física con el ejercicio físico planificado y controlado. Ir de compras no es hacer ejercicio físico.
- Permanecer en un peso corporal saludable
- Eliminar el tabaquismo.
- Reducir o suprimir la ingesta alcohólica.
- Reducir la cantidad de sodio (sal) que consume
- Reducir el estrés. Evitar en lo posible factores generadores de estrés y practicar algún tipo de actividad que ayude a contrarrestarlo (meditación, yoga, tai-chi, qi-gong, etc).
Entre
los cambios en el estilo de vida destaca el de mejorar la dieta, lo que ayuda
no solo a controlar la tensión y bajar de peso, sino también a disminuir la
probabilidad de sufrir cardiopatía y accidente cerebrovascular. Una dieta
específica para estos fines debe ser adoptada en consenso con el médico o el
nutricionista. Algunas pautas generales son:
- Reducir el sodio a no más 1,5 g por día. (Tenga presente que la sal ya viene añadida en la mayoría de productos elaborados, como conservas, salsas, bolsas de patatas, palomitas, etc).
- Reducir la grasa total. Si no se ha desprendido de la dieta de los alimentos envasados, etiquetados, etc... mire las etiquetas de los alimentos y preste atención especial al nivel de grasa saturada, grasa “hidrogenada”, “parcialmente hidrogenada”, grasas “trans”... Reduzca o NO coma alimentos con estos ingredientes.
- Cuidar los métodos de cocción: prefiera los alimentos a la plancha, al vapor o al horno.
- Consumir aceites monoinsaturados, como el aceite de oliva.
- Reducir la cantidad de alimentos procesados y fritos. Igualmente, límite la cantidad de productos horneados industrialmente (bollería industrial). Prefiera los granos integrales a los productos de harina blanca o pasta.
- Consumir frutas y verduras frescas todos los días. Muchos de estos alimentos son ricos en potasio, fibra o ambos.
- Comer nueces, semillas o legumbres (frijoles o guisantes secos) varias veces a la semana.
- Consumir cantidades modestas de proteína (no más de 18% de las calorías diarias totales). Priorice las proteínas vegetales, o al menos, escoja alimentos de proteína magra: pescado, pollo sin piel, carne muy magra, pero no se atiborre de ellos. Un error frecuente es creer que se pueden consumir grandes cantidades de estos alimentos y de los llamados productos “light” sin riesgo.
- Reducir también los carbohidratos simples y el colesterol en la alimentación a 150 mg. Trate de obtener al menos 30 gramos (g) de fibra diariamente.
- Alejarse de los restaurantes de comida rápida, donde las opciones saludables pueden ser difíciles de encontrar.
- Antes de aumentar el potasio en la dieta o usar sustitutos de la sal (que con frecuencia contienen potasio), consultar con su médico. Las personas que tienen problemas del riñón o quienes toman ciertos medicamentos deben tener cuidado respecto a la cantidad de potasio que consumen.
Y por último...
No
considere la HTA una desgracia, ni cambiar el estilo de vida, una condena.
Véalo más como una oportunidad para conocerse mejor y evolucionar hacia una
forma de vida más saludable. Para acabar, me permito recordarle que aunque para
el enfermo el “Bien Supremo” sea la salud (lo cual puede ser muy
comprensible), la salud no es un fin en sí mismo, es un medio para vivir
plenamente y ser feliz. Según
Aristóteles “El Bien propio del hombre es la actividad del Alma dirigida
por la Virtud. Y si hay muchas virtudes, dirigida por la más alta y perfecta de
todas”. Una vida plena y feliz deberá estar llena de contenido y una buena
forma es hacer cosas por los demás. Mire a su alrededor, hay mucho por hacer,
encontrará la manera.
Fuentes:
Goldstein LB, Bushnell CD,
Adams RJ, Appel LJ, Braun LT, Chaturvedi S, et al. Guidelines for the primary
prevention of stroke: a guideline for healthcare professionals from the
American Heart Association/American Stroke Association. Stroke.
2011;42:517-84.
Kaplan NM. Systemic
hypertension: Treatment. In: Bonow RO, Mann DL, Zipes DP, Libby P, eds. Braunwald's
Heart Disease: A Textbook of Cardiovascular Medicine. 9th ed.
Philadelphia, Pa: Saunders Elsevier; 2011:chap 46.
Fco. Javier Lavilla Royo. Hipertensión arterial: descripción y clasificación.
Dr. Departamento de Nefrología. Clínica Universidad de Navarra. Artículo
en línea, revisado el 17-01-2013. http://www.cun.es/area-salud/enfermedades/sistema-nefro-urinario/hipertension-arterial-que-es
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