No todos los productos integrales son iguales de sanos, afirma un estudio de investigadores de la Universidad de Harvard.
Muchos productos de grano integral no son tan sanos
como los consumidores creen, afirma una investigación reciente, y algunos son
más sanos que otros.
"Hay mucha confusión" sobre cómo hallar
los alimentos de grano integral más saludables, señaló la autora del estudio
Rebecca Mozaffarian, gerente de proyecto del Centro de Investigación sobre la
Prevención de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard.
El equipo de Mozaffarian observó más de 500
productos disponibles en un supermercado, que incluían panes, bagels
(panecillos), cereales, galletas, barritas de granola, chips (refrigerios) y
otros alimentos. Tomaron en cuenta no solo el contenido de grano integral, sino
el total de calorías, las grasas trans (si las contenían), los azúcares
y el sodio.
Según Alice Lichtenstein, profesora de ciencias de la nutrición de la
Universidad de Tufts, en Boston, el estudio aborda un tema importante: qué califica
que un alimento es una buena fuente de granos integrales. "Claramente, las guías existentes son
confusas para el consumidor", reconoció Lichtenstein.
En EEUU existen diferentes formas e instituciones
que acreditan la valía de un producto de grano entero: el sello de grano
integral, el estándar del Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA), el
estándar 10:1 de la Asociación Americana del Corazón.... Aunque el estudio se
realizó en los EEUU, en un mundo globalizado es válido para Europa y otros
países. Es sólo considerar cuáles son las entidades por países. Sólo cambiarán
los estándares e instituciones que acreditan según el país.
Según los autores del estudio ¿cuál es el consejo?
Busque productos que tengan el grano integral como primer ingrediente y sin
azúcares añadidos.
Algunas reflexiones
propias y prestadas:
Al
comprar en el supermercado hay que recurrir a aspectos prácticos. Para el
consumo de alimentos etiquetados, es un consejo útil la revisión de las
etiquetas en busca no solo del contenido de grano integral, sino también de los azúcares refinados, el contenido de fibras, las
grasas totales, las grasas saturadas y las grasas trans... Como coincidirá
conmigo en que esto no es muy práctico, mejor aún sería no comprar estos
productos elaborados e ir a las lechugas, tomates y otros frescos de toda la
vida y con los cereales limitarnos a comprar los que vemos en grano entero o
salvado.
Los
cereales refinados se conservan mejor que los integrales porque son menos
nutritivos para las plagas que compiten con nosotros por sus nutrientes, y
resultan más fáciles de digerir porque se les ha desprovisto de la fibra que
hace que se liberen más despacio los azúcares que contienen. Cuanto más molida esté la harina y más
blanquita y sedosa sea, más superficie queda en contacto con las enzimas digestivas
y más rápido se degrada el almidón en glucosa. De esta manera se suministra con
gran inmediatez glucosa al cerebro (que es su principal consumidor). Visto así,
la harina blanca (refinada) es “la primera comida rápida”.
El
pan que se vende como integral, en la mayoría de los casos no es de grano
completo, está hecho de mezcla de harinas con un pequeño porciento de trigo
integral y se le han añadido algunas vitaminas para suplir su carencia en la
harina blanca.
El
pan industrial integral muchas veces dista bastante del alimento tradicional
que todo el mundo conoce como “pan” y que según nuestras abuelas se hace con
muy pocos ingredientes (harina, levadura, agua y un pellizco de sal).
¿Un
ejemplo? El “pan” llamado pan blanco de grano entero tierno y suave de Sara
Lee (comercializado en EEUU). 1ª. Contradicción: ¿pan blanco integral? Si
fuera integral no podría ser blanco porque el grano entero aporta unos
compuestos que no dejan que sea blanco, esta contradicción la resuelve a base
de usar determinadas variantes de trigo albino y aditivos. 2ª. Contradicción:
contiene unos 36 ingredientes ¡demasiados para un pan!. 3ª. Contradicción:
Tiene ingredientes verdaderamente impronunciables y desconocidos para el común
de los humanos. Hagamos una prueba: intente decir en voz alta
“azodicarbonamida” y “diglicéridos etoxilados”. Ya después me cuenta... Y si
esto no fuera suficiente, contiene jarabe de maíz rico en fructosa (producto de
la refinación del maíz, enriquecido además con fructosa, comúnmente encontrada
en la fruta pero que suplementado resulta un aluvión de azúcar simple que se
metaboliza en el hígado independientemente de la insulina).
El
grano integral es mejor que provenga de la agricultura ecológica porque si no
puede estar contaminado con metales pesados, pesticidas, etc...
Los
cereales del desayuno (herencia de Kellog al valorizar el efecto de los
carbohidratos sobre las proteínas), aunque se llamen en muchos casos
integrales, están muy alejados de ser productos sanos. Por una parte, están
cargados de azúcares simples en su mayoría (son azucarados). Adicionalmente,
están compuestos de una serie de aditivos propios de la industria para hacerlos
conservables y “comestibles”. Tampoco es que lo que predomine es que sean de
grano entero, sino lo que hemos dicho para el pan, “engendros” vitaminados y
con un porciento de grano integral, y como si fuera poco, constituyen en
ocasiones verdaderas lijas para los intestinos. ¿Alternativa para nuestros
desayunos?. Puede probar la siguiente receta:
Cereales
con manzana y nueces (muesli).
1
manzana troceada, o alguna otra fruta de estación
leche
vegetal
nueces
picadas (3 ó 4)
1
taza de copos de avena
1
taza de trigo integral (grano entero inflado tostado)
1
taza de arroz (entero inflado tostado)
pasas
al gusto2 cucharaditas de semillas de lino (molidas aportan omega 3, si no las mueles serán excelentes como laxante pero no utilizará su omega 3).
La noche anterior lavar la avena y dejarla hidratar
en agua bien tapada. También pueden ponerse a hidratar las semillas de lino. Al
día siguiente se escurren la avena y el lino y se mezclan con el resto de los
ingredientes.
Y, ¡qué aproveche!
Aviso Importante: Toda la información mostrada procede de diferentes fuentes científicas y de la experiencia acumulada en el ejercicio de nuestra profesión, y tiene la finalidad de orientar en lo que puede hacer el estilo de vida y el uso de ciertas terapias naturales por tu salud. En ningún caso pretende reemplazar el consejo o la prescripción de un profesional de la salud. Es tu responsabilidad asesorarte y respetar el criterio de tu médico de cabecera y/o especialista en lo que se refiere al seguimiento de un tratamiento en particular o la adopción de una terapia natural complementaria o alternativa.
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